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lunes, 29 de enero de 2007

Un pancho por favor...

En la puerta de mi edificio hay una vieja con 14 perros salchichas. Aunque no me fue fácil, porque se movían todo el tiempo los conté y descubrí que ocho son más chicos, seguramente son hijos e hijos de los hijos.
Cuando paso a su lado veo que tiene una especie de arnés colgado a la cintura de donde salen sogas trenzadas con las que ata a los perros. Algunos son marrones, otros negros y la mayoría tienen las orejas manchadas. Mueven la cola, caminan amontonados y a veces se pisan entre sí.
A medida que se aleja veo como la gente la mira con curiosidad y me quedo pensando. ¿Vivirá sola? ¿Tendrá todos esos perros en un departamento? ¿Y el olor?
La mujer dobla la esquina pero yo ya no la veo, me quede colgada en mis pensamientos y me imagino una muerte lenta rodeada de perros, afligidos en un comienzo, más tarde hambrientos.

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