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viernes, 27 de abril de 2007

El ladrón en su laberinto

Son las tres. Estoy escondido en la garita del cana del City Bank, tengo listo el caño y el pañuelo. Una apuradita al gerente y a la tres y cuarto me rajo en taxi con la guita.
Tres y diez, estoy sólo; mejor salgo y busco al gerente, después veo que hago con el de seguridad. Al fondo a la derecha o a la izquierda, desde acá no leo.
Me saco la media, camino disimulado; una mina me mira raro, si me descubrió voy a tener que limpiarla. Entro a la oficina, sólo computadoras, era la del otro lado.
Salgo; entro, saco el caño y la secretaria se desmaya, una menos, el camino está libre. Ahora el que se desmaya es el gerente; las cachetadas no lo despiertan y yo necesito las claves de la caja.
Tres y cuarto; estoy transpirando, hace mucho calor acá. Reviso todos los papeles, nada, ni una clave, ni un número. No tengo salida.
El cana viene a toda velocidad por el pasillo, seguro que la rubia le aviso, tendría que haberla bajado de una. Escucho sirenas, busco ventanas pero no hay, la única puerta es la que da al pasillo, me arrodillo y dejo el arma; otra vez estoy encerrado.

martes, 24 de abril de 2007


La clave del cajero no la sabe nadie. De seguro si pierdo la tarjeta y la encuentra un chorro me saca la guita en menos de diez minutos, pero como la cuenta es mía y las cosas nunca son fáciles para los usuarios tuve que perder toda la mañana tratando de rascarle un mango al banco provincia. Cosa que demás está decir nunca logre.

Podría haberme peleado con el de atención al cliente, pero se estaba quedando pelado y me hablaba de lo bien que le vendrían unas vacaciones.
Al primero que tendría que haber mandado a la mierda es al que me hizo la tarjeta o mejor dicho al que la invento. Este tema de la virtualidad está complicando cada vez más las relaciones, basta con que algún problema nos deje sin Internet para dejar de tener amigos, novio, trabajo y hasta acceso al banco.

Pero la catástrofe mayor se da cuando se corta la luz., durante los primeros 20 minutos todos nos miramos, luego cada cual agarra su celular; otros pegan media vuelta y se acuestan a dormir y algunos, los más maravillosos, disfrutan de un minuto de descanso en la vida de la gran ciudad.

domingo, 22 de abril de 2007

(confesiones baratas de almohadas)

Y que hacer con la mente que vive de la proyección de imágenes irreales. Cómo saber si uno realmente se está hundiendo o si es la mera imaginación la que nos pone barro hasta las codos. Cómo salvarse de dar el último manotazo de ahogado en la más pura de las ficciones y quizá sin quererlo, pero temiendo que el no darlo nos sumiría en la miseria para siempre.
Si los recuerdos se alteran, las percepciones no son reales y los sentidos tienen su propia versión de las cosas cómo darse cuenta dónde realmente estamos viviendo, cómo despertar, cómo ver o cómo vivir soñando sin pensar si quiera que existe otra realidad. El problema es el medio, la somnolencia, donde uno sabe que hay algo pero no lo entiende, le inquieta pero no lo descifra. El reino de las decisiones simples, el de la niñez, el de los idotas según los griegos y Savater. No quiero volver, pero alguien por favor sáqueme del medio con la cachetada más potente o con un milagroso somnífero para que nunca me despierte.

lunes, 16 de abril de 2007


No tengo comentarios, porque hablar sería morir. En los próximos diez minutos que restan intentaré respirar lo más profundo posible, tratando de retener cada uno de los aromas que me rodean para recordar luego. Luego, cuando los ojos comiencen a cerrarse y los músculos pierdan definitivamente su tensión.

En una última contorsión pensaré en Bourdieu, las reminiscencias últimas siempre están presentes, e iré perdiendo noción hasta confundir el círculo intelectual con una simple esfera roja, que bien podría ser la bandera de Japón pero no lo es.

Es la última esfera de mi más temprana conciencia, la que me falta ahora al escribir, la que perdí al dejar el vientre, la que recuperaré el día que te vuelva a ver.

martes, 10 de abril de 2007

A PalaBras NeCIas.

Poblete. Suena gracioso, podría ser el nombre un policía de historieta o porque no de una tira cómica tal como los Tres chiflados; Aún así este Cabo de la Policía no causa risas.

Hoy todos saben su apellido y su crimen; ahora será alejado de la fuerza policial y probablemente llevado a juicio. Toda la prensa acusa con su índice a Poblete, los mismos policías y el gobierno también lo hacen, pero detrás del índice se esconde un prontuario que por primera vez sale a luz. Poblete no fue llevado a juicio por las amenazas contra su compañera de trabajo en el 99, ni encarcelado por apremios ilegales, ni separado de la fuerza por sus manchados antecedentes. Nuestra policía está llena de Pobletes que sólo salen a la luz cuando matan a algún Carlos Fuentealba. Como siempre esperamos que lo peor llegue, luego acusamos.

Mucho se hablo de derechos humanos las semanas pasadas, mucho se dijo sobre el derecho a la vida. Mucho se dijo, pero no se hizo nada.

Fuentealba no es el primer muerto de está democracia, así como López no es el primer ni el último desaparecido.

Sosbich, firme ante su posición de ataque, justifica la muerte mencionado el derecho a transitar por caminos que los maestros tenían y tienen cortados. Entre líneas podría decirse que por respetar el derecho de libre transito violamos el de la vida.

No sólo la muerte, sino también el silencio , primero, y estás necias palabras van a tener para Sosbich un alto costo político. Costo que su compañero, hasta entonces, Mauricio Macri no quiere compartir.

Todos señalan al gobernador Neuquino como el único responsable, dejándolo con poco margen de maniobra ante los furiosos docentes que exigen justa y multitudinariamente su renuncia.

Kirchner, fiel a la política del avestruz, finalmente tuvo que dejar de hacer oído sordo ante los reclamos de los maestros. Más aún debió responder a las duras acusaciones de Sosbich que trata de arrastrar en su caída a todos los que puede.

Y a río revuelto, ganancia de pescadores;

Macri calificó a Sosbich de improvisado y se alejo buscando una ventaja politica. Scioli aprovechó para afianzar su candidatura, en medio de las repercusiones del hecho visitó Quequén prometiendo cloacas, agua potable, asfalto y vivienda. En fin, la vida continúa. Excepto para Carlos Fuentealba, quizá su mujer, sus hijas y algún rezagado que todavía crea en la democracia.

domingo, 8 de abril de 2007

Dolor


Del Puerto de Frutos en Tigre sólo queda el nombre. Dos pequeños puestos venden manzanas, ciruelas fuera de estación y alguna que otra verdura. La gente se amontona, comprá y hace cola en cada uno de los puestos. Particularmente nunca me han gustado demasiado las masas, me invade como una sensación de claustrofobia, de encierro, de ahogo.

Aún así existen masas más y menos productivas. Si lo midiéramos en grados podríamos ir desde un concierto, un boliche, un estadio, hasta las multitudinarias marchas de los pueblos que piden por sus derechos. La provincia de Neuquén está hablando, está gritando su indignación, su impotencia ante un gobierno cobarde, vencido, desamparado, inundado en su propia corrupción.

Carlos Fuentealba murió reprimido en democracia, donde la huelga y la libre expresión son derechos constitucionales que no sólo el gobierno sino también las instituciones deben asegurar.

Fuentealba murió por la corrupción del gatillo fácil; murió por el gusto que les da a los milicos disparar contra la sociedad, murió porque en este país no sólo al Puerto de Frutos le quedo sólo en nombre, habría que preguntarse qué pasa con nuestra Democracia.

foto: www.arte-redes.com



miércoles, 4 de abril de 2007

MiNIma

Un autorretrato mostraba a una pequeña persona sentada al borde de una silla. En la descripción decía: para la silla utilice mucho alambre y mucho yeso, para mí, todo lo contrario.

La personita, ínfima, sentada en el borde con sus pies colgando parecía precipitarse en un abismo infinito e incomprensible desde su posición. Golpeada por oleadas de información que debe comprender, procesar y retribuir de manera creativa la persona absorbe como una esponja todo lo que lo rodea. Farándula, deportes, política, chismes, chistes, música, ofertas de supermercado. Toda la información que al llegar la noche le mostrará cuán desinformado está.

Cuando miro la silla siento el vértigo del que quiere verlo todo, captar cada sensación, con ansias pero con ese miedo vomitivo de caer al vacío, al olvido, a la no-sociedad.

Consumimos, deglutimos, tragamos, absorbemos, a veces entendemos. Todo sirve, todo importa, todo vende. Así de triste, así de rica es la vida del que dice ser creativo.