El colectivo esta por llegar y mientras me refriego los ojos todavía pegados veo la villa detrás de Retiro.
Son las siete de la mañana, hace cinco horas que estoy viajando y sólo dormí dos. Aún así, no importa cuanto halla dormido siempre me despierto en el mismo lugar; a tiempo para ver los galpones del ferrocarril tomados, la plazoleta llena de basura, una olla negra sobre un fogón apagado y unas tres personas, entre ellas una anciana, que viven bajo una sombrilla.
Cada vez que paso por acá son las cinco. A esa hora todos duermen; A veces la anciana tiene una manta para ella sola, a veces la comparte. Hoy no la veo; ya es de día y la gente anda acarreando cosas de acá para allá; una mujer lleva a la rastra un balde con agua sucia, sus piernas son cortas y anchas, las gotas de transpiración le mojan la espalda. Miro hacía a donde se va, hay un camión descargando papas y mujeres que prenden fuego debajo de la olla.
Hace treinta grados, treinta tres de sensación térmica.
En la plaza la basura se amontonó en un rincón y se armaron cientos de puestos que no parecen tener mucho de improvisados.
El colectivo sigue y veo a dos chicos que caminan paralelo a las vías. El paredón de la estación me impide ver a donde van, tomo la mochila y bajo. Voy hasta el ferrocarril, pero no los veo. Cientos de personas caminan vías adentro, el hecho de que pueda venir el tren no parece preocuparles; es que en la feria de retiro no sólo la vida es barata, la ropa también es una ganga.
2 comentarios:
¿Estas desconsertada por regresar a Buenos Aires?
Ya somos dos, solo que a mi me trajo el aire.
Hola tío Gregorio! No sabía quién eras. Me gusta mucho tu blog. Besos!
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